La desnutrición crónica representa un desafío persistente que afecta, de manera desproporcionada, a la niñez en comunidades indígenas y afrodescendientes. Factores estructurales como el acceso limitado a alimentos nutritivos, la carencia de servicios básicos y los efectos adversos del cambio climático en la producción agrícola se conjugan para agravar esta situación. Las estadísticas revelan que la prevalencia de la desnutrición infantil en estas comunidades supera marcadamente los promedios nacionales, repercutiendo negativamente en el desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas.